Abandonados a su suerte, en estado de miseria y marginalidad
San Cristóbal – El 28 de octubre del 2007 la tormenta Noel azotó el país, sus incesantes lluvias dejaron a más de 142 mil personas afectadas, mientras que unas 160 personas murieron y las pérdidas económicas superaron los 162 mil dólares.
Hace pocos días se cumplió el noveno aniversario de este fatídico día en el que miles de personas fueron desplazadas, perdiendo todo cuanto tenían. Y a la fecha decenas de familias continúan en condiciones de desplazadas, en un estado de temporalidad que casi alcanza la década.
En República Dominicana miles de familias continúan viviendo en albergues “temporales” luego de haber sido desplazadas por causa de algún fenómeno natural. Encontrándose a la fecha damnificados del Ciclón David en 1979, el Huracán George en 1998 y las tormentas Olga y Noel en 2007. Viviendo en en condiciones de absoluta miseria y carentes de los servicios más elementales para la vida.
Este es el caso de Alfa IV, albergue ubicado en el antiguo edificio del Instituto Agrario Dominicano (IAD), San Cristóbal, en donde, día tras día se reduce al hedor fecal, a callejones angostos de zinc oxidado, a pisos de tierra… y hambre, sobre todo mucha hambre.
En medio del ardiente zinc, amontonadas en casuchas compartidas, con letrinas usadas hasta por cinco familias y carentes de los servicios más elementales para la vida, unas 200 familias continúan a la espera de ser reubicadas luego de haber sido llevadas al IAD por la Defensa Civil tras la tormenta en el 2007. Las familias provienen originalmente de las comunidades de La Jeringa, La Guama, 5 de abril, La Cucaracha, La Cambita y Las Flores
“Aquí no hay trabajo, no hay comida, no hay na”, comenta Emiliano de la Rosa.
El hogar de Emiliano, tiene una letrina al lado de la cocina, que comparte con otras tres familias, el piso de su casa es de tierra y cuando llueve todo debe de ser cubierto con bolsas plásticas y cubetas para conservar lo poco que tienen.
Situaciones como estas, lamentablemente comunes en los albergues, contrastan bastante con la Constitución Dominicana que dice fundamentarse en la dignidad humana (art.5). Quimera que contrasta con la realidad que se vive en los albergues de damnificados del país.
Las viejas instalaciones del IAD funcionan como albergue desde 1998, cuando alrededor de 216 familias fueron albergadas tras el Huracán George. Casi una década después, decenas de familias desplazadas las tormentas Olga y Noel en 2007 fueron colocadas en Alfa IV, de los primeros 216 damnificados del George fueron reubicados apenas 116, dejando a los demás con los otros cientos de las dos tormentas, volviendo a ser unas 200 familias compartiendo un espacio diminuto y precario.
En los albergues lo único que parece crecer es el número de integrantes de las familias. Reproduciéndose de esta forma la pobreza que predestina a cientos de niños-as a la miserable herencia de no tener nada, muchas veces ni un baño. Teniendo que conformarse, de esta forma, con las maderas podridas y las miradas perdidas que acompañan las fabulas de viviendas y tierras prometidas que nunca se otorgaron.
Por años, la falta de una política agresiva en materia de prevención de riesgo ha causado en miles de pérdidas humanas y materiales, teniendo luego el Gobierno que recurrir a soluciones provisionales que se convierten en eternas. Privando, de esta forma, el desarrollo y la dignidad de las personas, que sumado al trauma de haber perdido sus hogares y todo cuanto tenían, deben acostumbrarse al abandono y a la idea de vivir uno sobre otro, sin servicios hídricos, eléctricos, sanitarios, con escasos alimentos y sin la posibilidad de mejorar su condición de vida, pues el único empleo al que tienen acceso en estos lugares es el “chiripeo”.