Jenny Torres
de la Comisión de Vivienda y Hábitat de Foro Ciudadano
Bajo el lema de “Ha llegado nuestro momento: nuestros derechos, nuestro futuro”, se conmemora este 11 de octubre del 2022 el Día Internacional de la Niña. Y en este día me gustaría destacar las ausencias institucionales que existen en las provincias fronterizas. Sí, seguro me dirán que no solo allí, pero la condena de la distancia, los estigmas sobre la zona y lo lejos que están como para salir en “TV”, de alguna manera provocan que todo lo que ocurre “en el centro”, allá se multiplique por los kilómetros que nos toma llegar.
La pregunta que me guía es: ¿en qué hábitat se desarrollan nuestras niñas de la frontera?. Las provincias fronterizas que se encuentran sobre la línea fronteriza son: Pedernales, Independencia, Elías Piña, Dajabón, Monte Cristi. Sin embargo, Bahoruco y Santiago Rodríguez son consideradas como parte de la zona fronteriza.
Una zona caracterizada en general por bajos niveles de vida, tal y como se puede apreciar en el gráfico 1. Esa poca calidad de vida, que se caracteriza por una condición deplorable de la vivienda, hace que las niñas tengan aún menos disfrute, dada la carga en el uso del tiempo para las labores del hogar.
Pero si complejo es el ejercicio de la vida por la pobreza y la distancia de casi todos los servicios, aún peor cuando las opciones de ocio son prácticamente inexistentes. Veamos un poco el panorama.
Al Censo 2010, alrededor de medio millón de personas residían en esta zona, de las cuales casi 92 mil eran niñas. ¿Con qué cuentan las niñas para ejercer el desarrollo del ser en la zona fronteriza?
De acuerdo con los registros de la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE), al 2011 se contaba con un total de 61 bibliotecas escolares, 45 bibliotecas públicas, 2 bibliotecas especializadas y apenas 3 institutos de enseñanza superior en las 7 provincias. En Santiago Rodríguez, por ejemplo, hay apenas 1 biblioteca pública y cero especializadas. En Independencia, Elías Piña, Bahoruco y Pedernales no existen institutos de estudios superiores, ni tampoco bibliotecas especializadas.
La diversión de ir a una sala de cine es una fantasía irrealizable. En ninguna de las 7 provincias existen exhibidores cinematográficos o pantallas de proyección de acuerdo a los registros de la ONE, tomados de la Dirección General de Cine (DGCINE) al 2021.
La edificación que más unidades presenta son las instalaciones deportivas, que según la ONE para el censo deportivo del año 2018, contaba con 420 entre las 7 provincias. No se identifica el estado de las mismas ni tampoco se logra edificar cuáles corresponden a establecimientos escolares. A nivel nacional, de acuerdo a la Encuesta Nacional de Hogares de Propósito Múltiples (ENHOGAR 2016), las niñas entre 10-14 años dedican a la semana 2.7 horas a práctica de algún deporte u otra actividad física, mientras que los niños dedican 5.6.
¿Y qué pasa con el arte? No hemos encontrado indicios de ofertas permanentes en la zona. No existe escuela de música, arte dramático, pintura, ballet, etc. En la revisión de las actividades realizadas en el año 2022 por el Ministerio de Cultura, de 90 actividades reportadas en lo que va de año, 83 han sido en el Distrito Nacional, 1 en Puerto Plata, 1 en San Pedro de Macorís, 1 en Santiago y 4 en Santo Domingo.
Ni de asomo se acerca alguna esperanza de que pueda girar un poco hacia la zona fronteriza, en donde en general la gente no parece ser merecedora de las acciones de políticas públicas integrales. Y en particular, se sigue condenando a nuestras niñas a quemar su vida en un hábitat degradado, atadas a los quehaceres domésticos, con la mirada en alguna casa de familia que la acoja y le permita intentar acceder a algo más de lo que la vulnerabilidad institucional les ha dejado.
El momento de las niñas de la frontera tiene que llegar con el presupuesto debajo del brazo para impulsar acciones que les amplíen la vista. Que garanticen los derechos básicos, pero que también impulsen a ser y a soñar. Para que el futuro sea distinto, este presente tiene que transformarse y abandonar la mirada minimalista que no supera un bono o que pinta la cara de un barrio o sección.
Publicado originalmente en Acento.